sábado, 27 de agosto de 2016

¿Y cuándo...?

¿Y cuándo todo no es suficiente?
¿Y cuándo nada es importante?
¿Y cuándo lo que ves no te gusta?
¿Y cuándo lo que escuchas no te ayuda?
¿Y cuándo lo que escribes duele?
¿Y cuándo las noches empiezan a ser más satisfactorias que los días?
¿Y cuándo el mundo va tan deprisa que ansías romper la cuerda?
¿Y cuándo las personas han dejado de sorprenderte?
¿Y cuándo dejas de hablar, solo para no tener que escuchar a los demás?
¿Y cuándo estás muriéndote en vida?




Acontecimiento 02.

Érase una vez, una niña que siempre iba vestida de azul.
Consigo portaba un libro y solía canturrear una canción.
Era feliz, aunque no tuviese ropa, ni juguetes nuevos. De hecho, su ropa era prestada, y sus juguetes solían ser los champús del baño de su casa.
Le divertía darles personalidad.
Su favorito era un Magnus negro que olía genial y llevaba una corona de logotipo; era el príncipe que no sabía que nunca llegaría (ahora me encantaría poder decirle que lo más correcto para ella no era esperar solamente a príncipes azules, sino también a princesas)
Érase una vez, una niña que no conocía lo que era morir en vida.
Ni el vacío, ni la soledad.
Hasta que el mundo decidió destruirla.


 Homeostasis - Nostalghia

La noche va de Demonios



Los demonios coexisten entre el esternón y el omóplato.
Corrompen tu alma, tu corazón y tu lengua.
Te secan y abrasan por dentro a su paso.
¿Notas cómo se están tronchando atorados en tu tímpano?




Acontecimiento 01. 

Hace muchos, muchos años tuve una conversación sobre demonios interiores.
Parecerá una tontería, pero por aquél entonces no solía mantener muchas conversaciones con seres humanos, por ende, me acuerdo a la perfección del día y del momento, aunque no tanto del chico:

Él intentó hablarme desde su experiencia (aún opino que el pobre iluso pensó que tenía mucha más en comparación a mí) Me aconsejó sobre lo que debía hacer para que mis demonios desapareciesen.


¿Desaparecer? Já. Todavía me río de aquello.

Hizo menció al tiempo y a las personas, ¡como si fuese algo tan sencillo!
De la conversación no saqué nada en claro, porque en todo momento hablábamos idiomas distintos.
Él hablaba de mis demonios como si fuesen iguales a los suyos.
Y... bueno. Ciertamente, yo ni me interesé en los de él.

Volviendo a mis demonios; acepto que jamás se marcharán, y a la vez lo detesto.



Untitle - Simple Plan